miércoles, 23 de octubre de 2013

Árida se pone la lengua

I

Árida se pone la lengua,
áridos los pies,
y áridos los alaridos
carentes de la babosa
frescura infante. 

II

Es la lengua montando un potrillo
son las castañuelas locas a mordiscones
es la baba en concurso de chapoteo
es la liturgia de la verba en red
son los altares que no llevan a ninguna parte.

III
Haciendo buches con un manojo de tuercas correosas, dispuse mis pies apuntando hacia el horizonte. La dulce caminata en el sopor del verano me retrotrajo a los atardeceres grises, en los que enclavado en la decadencia de mi cuerpo espantapájaros, veía revolotear los fantasmagóricos rostros que nunca serán. Deshidratados los ídolos y convertidos en simple arenisca, percibo mientras me desplazo, el amargo sabor de la libertad, que al tiempo que une mis pies a la carroña, hace apetitoso a mis oídos el silencioso cegar de los párpados lunares.
La calma se conserva, mientras brille en las gargantas la tranquilidad rumiante de las palabras.


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